El blog de MATEÍNA

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miércoles, 30 de junio de 2010

Orden y desorden mundiales

por Frei Betto para Adital

El mundo en que vivimos está movido por relaciones internacionales en las que destacan estadistas, ministros, organismos supranacionales y sobre todo el capital. El flujo y reflujo del dinero determinan el destino de las naciones. Con frecuencia se olvida el protagonismo de los pueblos en el escenario mundial. Ellos son siempre las grandes víctimas.

En la fase monopolista del capital, entre los siglos 15 y 19, el orden mundial estaba dirigido por potencias coloniales como España, Inglaterra y Francia. Se calcula que, sólo en América Latina y el Caribe, la presencia colonial dejó un rastro de al menos 18 millones de indígenas muertos. Otras fuentes calculan 100 millones (Población originaria, 1500. Eric Toussaint: La Mundialización desde Cristóbal Colón hasta Vasco da Gama - http://www.forumdesalternatives.org).
En busca de mano de obra necesaria para la acumulación de capital se estima que cerca de 12 millones de africanos fueron secuestrados en sus tierras y esclavizados en el sur de los EE.UU., en el Caribe y en América Latina.

Los que sobrevivieron al genocidio colonial y se reprodujeron en el territorio americano asumieron el protagonismo de las luchas coloniales que propiciaron, a partir de 1810, la independencia de América Latina y el Caribe. Sin embargo no se constituyeron en beneficiarios de las luchas emancipatorias que implantaron en nuestro continente la república y la democracia, salvo algunos ensayos de poder popular, como sucedió en el Haití gobernado por antiguos esclavos; en el Paraguay anterior a la guerra promovida por la Triple Alianza; en Cuba a partir de 1959 y, ahora, en las Constituciones que incorporan los derechos de los pueblos originarios y afrodescendientes, como sucede en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

En su fase imperialista el capitalismo, en su lucha por mercados, promovió dos guerras mundiales. La primera creó las condiciones para el ascenso del nazismo y del fascismo y llevó a los EE.UU. a la bancarrota en 1929. La segunda forzó la migración de 60 millones de personas y causó la muerte de 72 millones, el 2% de la población mundial de la época. A todo ello súmense los traumas físicos y sicológicos causados por las guerras, las secuelas de los campos de concentración, la desarticulación familiar y los esfuerzos de adaptación a la vida civil de los soldados sobrevivientes.
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