El blog de MATEÍNA
El blog de Mateína
viernes, 19 de febrero de 2010
Lo común como paradigma compartido de los movimientos sociales y más
Por Silke Helfrich
10 años después del Foro Social Mundial: elementos para un nuevo orden del día
Sólo podemos fomentar lo común como nuevo engranaje narrativo para el siglo XXI si lo consideramos el denominador común de movimientos sociales y escuelas de pensamiento diferentes. A mi juicio, imponer lo común no sólo sería posible, sino también inteligente desde el punto de vista estratégico. Veamos 15 razones para hacerlo:
1.- Lo común está en todas partes. Determina nuestra calidad de vida en muchísimos aspectos. Está presente en las esferas social, natural, cultural y digital (aun cuando a menudo sea invisible). Pensemos en las cosas que utilizamos para aprender (leer y escribir), las que usamos para desplazarnos (tierra, aire y mar), las que empleamos para comunicarnos (lenguaje, música y códigos), las que nos sirven para alimentarnos y curarnos (tierra, agua, medicinas), o aquellas de las que depende nuestra reproducción (genes, vida social). Lo común afecta a la forma de compartir y utilizar todas estas cosas. Representa un modo de reproducción fértil de nuestras relaciones sociales... en cualquier época. Por consiguiente, sería mejor describirlo en forma de verbo (poner en común) y no con un simple sustantivo (lo común o los bienes comunes). Lo común comporta un tipo especial de práctica de uso y de producción de conocimiento y bienes materiales en el que prima el valor de uso sobre el valor de cambio. Poner en común es una práctica que nos permite tomar nuestra vida entre las manos y preservar y ensanchar lo que compartimos, en lugar de dar fe de las restricciones que soporta y su privatización. Los derechos de los comuneros son independientes de la convención formal y la ley positiva. Simplemente se tienen sin que haya que pedir permiso a nadie, y se comparten con los demás. Lo común brinda un tipo de libertad distinta de la del mercado. De manera que la buena noticia es que, cuando nos concentramos en lo común, nos concentramos en cómo desplazar cosas de la esfera del mercado a la de los bienes comunes, en cómo desplazar la autoridad y la responsabilidad desde las burocracias estatales hasta las muy diversas modalidades en que los usuarios «gestionan lo común»... y prestamos atención a los muchos asuntos y recursos que todavía no están mercantilizados (como el 75% de la biomasa). Resulta alentador.
jueves, 18 de febrero de 2010
La receta para el estrés
Entrevista de Eduard Punset con Sonia Lupien, investigadora del Departamento de Psiquiatría de la McGill University. Barcelona, julio de 2009.
Para ver el programa, pincha aquí.
"El cerebro es un experto buscador de amenazas"
Sonia Lupien
Eduard Punset: Es curioso, pero, una vez más, nos encontramos en una situación en la que la gente en general tiende a creer que el estrés lo provoca el exceso de trabajo y la falta de tiempo. Y luego, cuando empezamos a escarbar lo que le pasa a la gente por dentro, descubrimos que ésa no es la razón, que las razones del estrés son otras. (...)
Sonia, según dices, lo que sucede en nuestro cuerpo cuando un mamut lanudo está a punto de comernos y cuando estamos hartos de estar al volante y nos ponemos de los nervios en un atasco de tráfico es muy similar.
Sonia Lupien: Lo que quiero decir es que el cerebro es un detector de amenazas, de información amenazante. Y cada vez que nuestro cerebro detecta algo que supone una amenaza, ya sea para nuestro tiempo o para nuestra vida (como en el caso del mamut) generará hormonas del estrés paraaportarnos la energía necesaria.
Eduard Punset: Ante exactamente los mismos motivos, algunas personas se estresan más que otras.
Sonia Lupien: Creo que es un error colosal pensar que a todos nos estresan las mismas situaciones. Eso es totalmente imposible. Y lo sabemos porque hemos descubierto, tras 30 años de investigación científica, que hay cuatro características de una situación que provocan estrés. ¡Y no es necesario que estén presentes las cuatro! Cuantas más se cumplan, mayor será el estrés. Las cuatro características de una situación de estrés son las siguientes: la primera es la novedad (lo que nos pasa tiene que ser nuevo), la segunda es la impredecibilidad (tiene que ser impredecible), la tercera es la sensación de que no controlamos en absoluto la situción y la cuarta es que debe representar una amenaza para nuestra personalidad; por ejemplo, cuando alguien se cuestiona nuestra capacidad para realizar correctamente nuestro trabajo, o algo así. Si eso sucede, lo que experimentaremos será una respuesta de estrés.
(...)
Eduard Punset: ¿Cómo puedo saber si soy una víctima del estrés crónico? ¿Cómo saber si es crónico?
miércoles, 17 de febrero de 2010
“Una crisis de sentido es la condición necesaria para que algo nuevo aparezca”
Peter Pál Pelbart es filósofo. Nacido en Budapest, formado filosóficamente en París, actualmente es profesor en la Universidad Católica de São Paulo (Brasil). Es coordinador de una compañía teatral con pacientes psiquiátricos. Entre sus temas de investigación se encuentran la locura, el tiempo, lo común o la biopolítica. En castellano ha publicado Filosofía de la deserción (Tinta Limón ediciones).
Por obra y gracia de la crisis económica, la palabra “crisis” está hoy por todos lados. Con ella solemos referimos a un proceso fundamentalmente negativo, que padecemos pasivamente como víctimas y del que hay que salir cuanto antes para regresar a la normalidad. Pero en las crisis subyace también un gran potencial de transformación.
¿Cómo piensas las crisis?
En España seguramente se conozca bien a François Tosquelles, psiquiatra, psicoanalista y militante anarquista catalán. Refugiado en Francia tras la guerra civil española, fue responsable de una verdadera revolución en la psiquiatría a partir de su trabajo en el hospital de Saint Alban. Comprendió inmediatamente la similitud entre la situación de los hospitales y de los campos de concentración, lo que le impulsó a una subversión de la lógica institucional. Lo que se conoce menos de Tosquelles es su producción teórica. Escribió un libro llamado La vivencia del fin del mundo en la locura, donde describe los cuadros clínicos en los que se pierde radicalmente la confianza en el mundo, la expectativa elemental de que el mundo pueda continuar, tras una quiebra en la vida, un desastre, una crisis. Todo eso apenas sería una contribución en la descripción fenomenológica de un cuadro clínico, como las que hicieron Binswager o Minkowski. Pero su idea más interesante, desarrollada a partir del trabajo de Goldstein, es que esa catástrofe anímica coincide con la apertura a la creación de mundo. Junto a la disolución padecida de la existencia, se da un esfuerzo vital de invención de una nueva forma de vida. Es decir, catástrofe y creación van unidas.
Algo parecido escribió el medico y neurólogo alemán Viktor von Weizsäcker, que lo formuló de manera igualmente sugerente. El momento de la crisis, dice él, es aquel en el que ya nada parece posible. Pero también es el momento en que se cruzan muchas transformaciones. Y por eso, aunque la actualidad le parezca al enfermo completamente bloqueada, es el momento en que se abren todas las posibilidades. Es decir, la crisis es una conjunción del “nada es posible” y del “todo es posible”.
lunes, 15 de febrero de 2010
Hoy, tengo un sueño
Today, I Have a Dream from Wiland Pinsdorf on Vimeo.
En Humanismo y Conectividad encontramos este video de 4:15 minutos que busca promover la aplicación de las normas ISO 26000 de responsabilidad social y sostenibilidad ambiental. La dirección está a cargo de Wiland Pinsdorf.
"Perdónanos, Haití" por Amy Goodman
La tragedia del terremoto haitiano continúa golpeando con características como la demora en la entrega de ayuda, el terrible número de amputaciones realizadas por urgencia médica, más de un millón de personas sin hogar, quizá 240.000 muertos, hambre, deshidratación, el surgimiento de infecciones y enfermedades causadas por el agua y, pronto, la llegada de la estación lluviosa, seguida de la temporada de huracanes.
Haití sufrió un golpe de gran magnitud, un terremoto para el que su infraestructura no estaba preparada tras décadas - no, siglos- de manipulación militar y económica por parte de gobiernos extranjeros, en particular de Estados Unidos y Francia.
Haití era una plantación de esclavos controlada por Francia. En 1804, inspirados por Toussaint L'Ouverture (en honor a quien lleva su nombre el aeropuerto de Puerto Príncipe, que ahora funciona a duras penas), los esclavos se rebelaron y fundaron la primera república negra del mundo. Bajo la amenaza militar de Francia, en 1825 Haití acordó pagar reparaciones a Francia por pérdida de "propiedad", entre ella, esclavos que propietarios franceses perdieron en la rebelión. No les quedaba opción: o bien acordaban pagar las reparaciones, o Francia invadiría Haití y volvería a imponer la esclavitud. Muchos haitianos creen que la deuda original, que Haití pagó obedientemente durante de la Segunda Guerra Mundial, comprometió a Haití a un futuro de pobreza del que nunca ha logrado escapar. (Mientras Francia, como parte del acuerdo, reconoció la soberanía de Haití, los políticos dueños de esclavos en Estados Unidos, como Thomas Jefferson, se negaron a reconocer a la república negra, temerosos de que inspirara una revuelta de esclavos en su país. Estados Unidos reconoció formalmente a Haití recién en 1862).
La armada de Estados Unidos ocupó Haití de 1915 a 1934. En 1956, Francois "Papa Doc" Duvalier tomó el poder en un golpe militar y se autoproclamó presidente vitalicio, iniciando un período de dictadura brutal y sangrienta con apoyo de Estados Unidos. Papa Doc murió en 1971, momento en el cual su hijo de 19 años, Jean-Claude "Baby Doc" Duvalier, asumió el poder y mantuvo el mismo control dictatorial hasta que fue forzado al exilio tras una revuelta popular ocurrida en 1986. Jubileo Estados Unidos, una red que pide la eliminación de la deuda de los países pobres, calcula que solamente Baby Doc desvió al menos 500 millones de dólares de dinero público a sus cuentas privadas, y que el 45 por ciento de la deuda de Haití en las últimas décadas se acumuló durante el régimen corrupto de los Duvalier.
Los préstamos del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) impusieron condiciones de "ajuste estructural" en Haití, abriendo su economía a los baratos productos agrícolas de Estados Unidos. Los agricultores, imposibilitados de competir con esos precios, dejaron de cultivar arroz y se mudaron a las ciudades para ganar salarios bajos, si tenían suerte de conseguir uno de los pocos trabajos disponibles en la maquila. Los pobladores de las zonas montañosas se vieron forzados a deforestar los cerros y convertir la madera en carbón vendible. Esto generó una crisis ecológica que desestabilizó las laderas de los cerros, y que, a su vez, aumentó la destructividad de los terremotos y provocó deslizamientos de tierra durante la estación lluviosa.
El primer presidente democráticamente electo de Haití fue Jean-Bertrand Aristide, un sacerdote católico comprometido con los pobres. Fue electo en 1990 y luego derrocado por un golpe militar en 1991. En 1994, cuando los refugiados haitianos inundaban el estado de Florida, el gobierno de Clinton se vio obligado a restituir a Aristide en el poder, pero solo a cambio de que cumpliera con las nuevas exigencias de los programas de ajuste estructural. Aristide fue reelecto en 2000 y fue depuesto nuevamente por un golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en 2004, el año del bicentenario de Haití.
La destrucción de la industria arrocera de Haití, cuya producción fue reemplazada por el arroz de Estados Unidos subsidiado por el gobierno estadounidense, al igual que la venta de empresas públicas fundamentales, como el único molino de harina y la fábrica de cemento, dejaron al país en una situación de dependencia del comercio y la ayuda exterior que condenó a Haití a una desventaja permanente.
Ahora es fundamental cancelar la deuda externa de Haití, para que el país pueda dedicar sus escasos recursos a la reconstrucción, en lugar de al pago de la deuda. Los ministros de economía del G-7 se reunieron en Canadá esta semana y anunciaron el perdón de la deuda bilateral entre los estados miembro y Haití. Pero las deudas con el Banco Mundial, el FMI y el BID continúan. El FMI, incluso, prometió a Haití un préstamo de 100 millones de dólares luego del terremoto, pero esa polémica promesa suscitó una condena generalizada y desde entonces se ha comprometido a convertir ese dinero en un fondo de ayuda.
Los terremotos por sí solos no generan desastres como el de la magnitud que ahora está sufriendo Haití. Las naciones ricas han explotado a Haití durante demasiado tiempo, negándole el derecho a desarrollarse en forma segura, soberana y sustentable. La llegada efusiva de apoyo mundial para los haitianos debe ir acompañada de fondos de ayuda a largo plazo, sin condiciones, y del perdón inmediato de todas las deudas del país. Teniendo en cuenta su responsabilidad en la grave situación de Haití, Estados Unidos, Francia y las otras naciones industrializadas deberían ser quienes busquen el perdón
Amy Goodman es la presentadora de “Democracy Now!”, un noticiero internacional diario de una hora que se emite en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 emisoras de radio en español. Es coautora del libro “Standing Up to the Madness: Ordinary Heroes in Extraordinary Times,” recientemente publicado en edición de bolsillo.
Visto en Rebelión
Fuente: Democracy Now
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