El blog de MATEÍNA

El blog de Mateína



viernes, 6 de agosto de 2010

RADIOgrafía: Mario Bardanca


El periodista deportivo Mario Bardanca pasó por la RADIOgrafía de Mateína para conversar sobre de su vida y su trabajo. Aparecieron en la charla su libro "Yo, Paco", su salida de Canal 10, su experiencia en Tevé Ciudad, la radio, el periodismo deportivo en Uruguay, su padre futbolista, el Danubio de sus amores, su peluquero Pocho, recuerdos de infancia, el trabajo de comentarista en el mundial 2010 para Canal 4 y su independencia como profesional. Bardanca con Temponi en largo diálogo biográfico.
Para escuchar y/o descargar la entrevista, clic acá.

Mónica Navarro presenta "Perra"


El segundo disco solista de Mónica Navarro se llama "Perra". Está recién editado por Bizarro. Los jueves de agosto a las 21 horas lo presenta con su banda en la sala Atahualpa del Teatro El Galpón. Mónica pasó por Mateína y con Jorge Temponi recorrieron el disco en deliciosa charla musical.
Para escucharla, clic acá.

Con Leo Maslíah: "La orquestita"


"La orquestita", con más de una docena de músicos en escena, es el nuevo proyecto musical que encabeza Leo Maslíah. El grupo debutó en La Experimental de Malvín el viernes 23 de julio. Esa tarde Maslíah conversó con Temponi en Mateína.
Para escuchar la entrevista, clic acá.

"Lo que digas será hecho, ojo con lo que dices"

Entrevista de Ima Sanchís en La Contra de La Vanguardia de hoy a José Luis Parise, psicólogo y psicoanalista, estudioso de los caminos iniciáticos



¿Cuál es la pregunta más importante que se ha hecho?
Los iniciados, los que lograron elevar el techo de la humanidad (Buda, Cristo, Lao Tse, Viracocha, Confucio, Sócrates), ¿nacieron con un potencial superior o lo alcanzaron siguiendo un camino?

Buena pregunta.
Leí todos los libros sagrados y viajé en busca de culturas iniciáticas: mayas, incas, aztecas, egipcios, zen..., para encontrarme con los guardianes de la sabiduría.

¿Y?
Todos me dijeron que el estado humano está para ser trascendido. Casarse, tener hijos y un trabajo sólo es el escenario. Y todos han bebido de un mismo manantial original.

lunes, 2 de agosto de 2010

Hogares de mayores ingresos ganan 17 veces más

por Andrés Pampillón


Finalizando la 1ª década del siglo XXI, nuestro país ha logrado, lentamente, superar algunas de las restricciones estructurales que habían signado el paupérrimo derrotero económico de las últimas décadas del siglo anterior.

El férreo estancamiento, la históricamente escasa captación de inversiones, una cultura política y empresarial caracterizada por el amiguismo y el uso clientelar de los aparatos del Estado, fueron las constantes que devaluaron el tenor de nuestra democracia, erosionaron nuestra autoestima colectiva y abonaron la proliferación de esa plaga nacional llamada viveza criolla.

Al fin de esta década puede observarse, en perspectiva, como aquella crisis del 2002 supuso un punto de inflexión para muchas cosas. Los uruguayos, parece que, aprendimos de muy dura manera algunas lecciones. Esta subjetiva apreciación, se ampara sin embargo en hechos incontrastables de la realidad económica de los últimos años. Tasas de crecimiento nunca vistas, flujo de inversiones nunca siquiera soñadas, creciente diversificación de nuestros mercados de exportación. Tasas históricamente bajas de desempleo, mejoras reales en los ingresos, mayor justicia tributaria. Todas medidas de política cuyos beneficios son palpables caminando por calle, o incluso a través de los siempre agridulces datos sobre la pobreza. Los últimos muestran un sano proceso de reversión de los indicadores de pobreza e indigencia. A tal punto que en los últimos 4 años, 400 mil uruguayos lograron saltar la línea de la pobreza. Al mismo tiempo otros 40 mil salieron de la indigencia. En esta materia aún quedan 690 mil uruguayos en la pobreza. Uno de cada cinco de los que habitamos estas sureñas penillanuras. Y 50 mil compatriotas en la indigencia. Esto es con severas restricciones para acceder a las calorías diarias para su sustento. Peor aún, la concentración de estos flagelos sociales en edades tempranas de la vida, dan cuenta de que los mecanismos de reproducción de la pobreza y los peores males que trae consigo aún mantienen sus poleas de transmisión bien aceitadas.

Convidado de piedra
Años de crecimiento acelerado y sostenido han vuelto a traer al tapete un concepto que, en los noventa, bajo hegemonía ideológica del fundamentalismo de mercado había sido dado por extinto: la desigualdad, o para enunciarlo del lado positivo la equidad social. Los datos del INE muestran, según el indicador, leves mejoras (índice Gini) e incluso retrocesos ( ingresos por decil).

El informe del INE, muestran que entre 2006 y la desigualdad en el ingreso medida por el Indice Gini se redujo de 0,446 a 0,432. No obstante de 2008 a 2009 la desigualdad de ingresos se incremento pasando de 0,424 a 0432 antes mencionado.

Según deciles
Otra forma de observar la desigualdad es por deciles. Según este método el ingreso medio del primer y décimo decil se destaca un crecimiento para el primer y último decil entre 2008 y 2009, tanto a nivel país como para todas las áreas geográficas. El mayor incremento se registra para el décimo decil, con un aumento superior al 10 % para el total del país, lo que permite deducir un aumento de la desigualdad entre los hogares. En 2009 y para el total del país, los hogares del décimo decil ganan casi 17 veces más que los hogares del primer decil.

Lo que parece lo es
Estas diferencias que parecen mucho, lo son. Para su confirmación solo basta remitirse al último informe del PNUD , que vuelve a otorgarle a nuestra América Latina el triste privilegio de ser el lugar del mundo mas desigual. Como atenuante del ser oriental, podríamos consolarnos con decir que dentro de este indignante panorama, somos los que estamos menos peor. Pero ,17 veces, sigue siendo demasiado.

Yo-yo doctor

Entrevista de Amanda Muñoz y Verónica Fernández Damonte en La Diaria de hoy


El nuevo libro de Álvaro Díaz Berenguer está centrado en la influencia del trastorno narcisista en la relación médico-paciente. En el contexto de la sociedad posmoderna -guiada por el consumo y por el éxito personal y en la que el “yo” ha adquirido un rol preponderante, desplazando al “otro”-, Díaz Berenguer promueve un cambio en la formación de los médicos. Ésta debería integrar disciplinas artísticas y humanísticas para recomponer la necesaria empatía que tiene que darse en todo vínculo, en el de médico-paciente en particular. Algo tan simple y tan difícil como eso: ponerse en el lugar del otro.

El libro El narcisismo en la medicina contemporánea, editado por Trilce, se presentó el miércoles 21 de julio en la sede del Sindicato Médico del Uruguay. En diálogo con la diaria, Díaz Berenguer explicó que éste es el tercer libro de una serie iniciada con su padre, el profesor de literatura, investigador y escritor José Pedro Díaz (de largo matrimonio con la poeta Amanda Berenguer, a quien está dedicado El narcisismo...). Padre e hijo publicaron en 1997 Medicina y literatura, que tuvo su continuación en 2004 con La medicina desalmada: “La línea de trabajo sigue siendo la falta de compromiso con el prójimo que hay en la sociedad contemporánea y en especial en la relación médico-paciente, y se establece esta alteración por ambos lados, tanto por el lado del médico como del paciente”, sintetizó el autor.

Crítica a la autoridad y medicina defensiva
“El término narcisismo proviene del mito de Narciso, del cual hay varias versiones. La más antigua corresponde a la relatada por Ovidio alrededor del 50 a.C. Se trata de un varón muy hermoso, orgulloso y despreciativo de quienes le ofrecían amores, que por influjo de los dioses al mirarse en un espejo de agua se enamora de sí mismo, lo que lo conduce finalmente a su muerte”, dice el texto.

Díaz explicó que el narcisismo en sí mismo no es un problema: “de alguna manera el fenómeno del narcisismo en el médico es necesario, porque si un individuo que tiene que operar un abdomen no se siente lo suficientemente capaz de generar semejante herida al prójimo para finalmente hacerle un bien, si uno no está convencido de sí mismo es muy difícil que pueda hacerlo”. Así las cosas, el problema está en la sobredosis.

“El narcisismo es un fenómeno normal de la constitución del individuo, es un esqueleto del sostén del individuo, por tanto es un fenómeno que hace a la existencia misma del ser humano. El tema está cuando este fenómeno adquiere características anormales, o trastornos de la persona. En especial hay algunos aspectos en los que el individuo toma al otro como pretexto para el beneficio propio. En esa alteración del narcisismo es cuando el vínculo médico-paciente se transforma en una relación con probabilidad de daño hacia el paciente, con posibilidades de generar no solamente daño físico sino también moral”, detalló el autor.

En el texto se explica que la Asociación Americana de Psiquiatría incluyó al “trastorno narcisista de la personalidad” dentro de la clasificación de enfermedades mentales, definiéndola como “un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empiezan al principio de la edad adulta”. La clasificación enumera como características del narcisista la arrogancia o soberbia, la envidia, la condición de explotador del otro pretencioso que exige admiración excesiva, que está preocupado por “fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginario” y tiene un grandioso sentido de autoimportancia.

Dice Díaz en el libro: “El trastorno narcisista de la personalidad del médico se traduce en rigidez del médico y en un encierro que impide algunas acciones capitales de su quehacer: no le permite dudar; no le permite equivocarse y aceptar los errores; no le permite aceptar que se analice su conducta por un tercero; no le permite corregir los errores y aprender de ellos; no le permite verse inferior al paciente en ningún momento; no le permite aceptar los deseos del paciente; no le permite percibir o imaginarse lo que siente el enfermo”.

Durante la presentación del libro, Leonel Briozzo, director del Departamento de Programación Estratégica en Salud del Ministerio de Salud Pública, dijo que “estos trastornos narcisistas van en contra de los valores profesionales, que se deben retomar”, entre otros motivos “porque promueven el error médico”. A éstos Briozzo los denominó “antivalores”.

Pero también hay pacientes demasiado im-pacientes. Díaz explicó: “Hoy en día el paciente pretende que fácilmente puede saber lo mismo que el médico y le aconseja al médico qué es lo que tiene que hacer con respecto a sí mismo. Por ejemplo, le dice ‘leí en internet que para el tratamiento de las arrugas usted tiene que darme tal producto’. El médico sabe -porque estudió- que eso no sirve para nada y no hay forma de hacérselo entender al paciente. Y hay una pérdida de confianza mutua. Entre otras cosas, el paciente desconfía del médico, porque, por un lado, se ha comercializado tanto la medicina que lo ve como un comerciante y un interesado en el lucro a través de su habilidad; y, por otro lado, porque ve al médico ejerciendo un poder que en realidad no puede ostentar. Hay una crítica al poder, es una sociedad iconoclasta, destructora de los ídolos fundamentales de la sociedad, esto también genera por el lado del médico un sentimiento de que el paciente no está siendo fiel para con él, y esta postura narcisista del paciente también influye como determinante en la relación”.

Díaz señaló que muchas veces, ante pacientes perspicaces, el médico “teme que si no hace lo que quiere el paciente, éste lo demande, entonces pide más exámenes de los que corresponden”. Ésa es la “medicina a la defensiva”, que también es abordada en el texto. El problema es que esa práctica “es muy costosa y también generadora de daños, porque se somete al paciente a una agresión quirúrgica” y porque el médico “termina insatisfecho con lo que hace”.

Concepción antropológica
En la publicación, Díaz afirma que “es posible que las personalidades con trastornos narcisistas tengan mayor predisposición a elegir la carrera de medicina por la gratificación que pueden obtener, pero con independencia de ello, creemos que las escuelas médicas actuales también colaboran en la formación de espíritus con exacerbación del narcisismo natural”. Y ése es un aspecto fundamental desarrollado por el autor: incrementar la formación humanística.

“La ciencia busca la objetividad, y en ella me baso, pero no pocas veces cuando me baso exclusivamente en la ciencia termino generando una relación de médico con un objeto, no con un ser humano. Médico con un objeto de estudio, donde proyecto experimentos y pierdo esa noción fundamental de la existencia del humano, que va mucho más allá”, dijo Díaz. Y agregó: “Hay una relación alterada, el médico perdió la capacidad de atender pacientes porque lo que yo considero es lo que se llama el ‘modelo antropológico’ de la enfermedad del individuo. El individuo tiene una concepción de lo que le ocurre y de sí mismo que le importa tanto o más de lo que piensa el médico sobre el enfermo. Si uno no se mete en ese mundo y lo comparte con ese individuo, está frito”.

En sus páginas, el autor evoca el libro La misión de la Universidad, de José Ortega y Gasset, escrito en 1930. Díaz dice que el autor utiliza el término “cientificismo” para “referirse despectivamente a las corrientes universitarias que fomentan y privilegian la investigación sin orientación y los ‘descubrientillos’ relegando a una segunda instancia la formación humanitaria integral del profesional”.

En el diálogo, Díaz se extendió sobre la formación integral: “Estamos cada vez más lejos de eso, porque cada vez se deja más de lado lo humano y se extiende más el campo de la ciencia. Sin embargo, cuando se llega al desempeño del ejercicio clínico se encuentra un vacío importantísimo. Estamos para desarrollar la ayuda al otro, y si no nos ponemos en ese lugar vamos a generar técnicos preocupados por ganar para sí mismos”. Y agregó: “De alguna manera la medicina centrada sobre los aspectos científicos tiende a llevar al individuo hacia el trastorno narcisista de la personalidad. De hecho, la formación médica es divergente en el momento actual con la formación humanística y eso hace que la empatía no sea el fenómeno fundamental buscado”.

Consultado sobre cuándo comenzó este desbalance, el autor explicó: “Creo que esto va en paralelo con ‘el desarrollo del posmodernismo’, de los años 60 y 70. No por casualidad, este fenómeno social, esta postura de deshumanización y desconsideración de la existencia del otro es de los 60, 70 para acá”.

Según Díaz, estos planteos no tienen acogida en la Facultad de Medicina, donde es docente, y dijo que hay “poca antropología, prácticamente no hay filosofía, hay poco de ética, poca o ninguna literatura, poca historia en general y poca historia de la medicina. Estas materias, que son el tronco central de las humanidades, no están. Pero es un problema social, de la formación toda, no solamente de la medicina”.