El blog de MATEÍNA

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viernes, 5 de febrero de 2010

Aprender de Haití, por Ignacio Ramonet*



Por muy “natural” que parezca, ninguna catástrofe es natural. Un seísmo de intensidad idéntica causa más víctimas en un país empobrecido que en otro rico e industrializado. Ejemplo: el terremoto de Haití, de magnitud 7,0 en la escala de Richter, ha ocasionado más de cien mil muertos, mientras que el de Honshu (Japón), de idéntica fuerza (7,1), acaecido hace seis meses, apenas provocó un muerto y un herido.

“Los países más pobres y los que tienen problemas de gobernabilidad están más expuestos a riesgos que los otros”, confirma un reciente informe de la ONU (1). En una misma ciudad, el impacto humano de una calamidad puede ser muy distinto según las características de los barrios. En Puerto Príncipe, el seísmo se ensañó con las desvencijadas barriadas populares del centro. En cambio, los distritos privilegiados de la burguesía mulata comerciante apenas padecieron estragos.

Tampoco son iguales los pobres ante la adversidad. La Federación Internacional de la Cruz Roja sostiene que, en caso de desastre, “las mujeres, los discapacitados, los ancianos y las minorías étnicas o religiosas, víctimas habituales de la discriminación, son más castigados que los demás” (2).

Por otra parte, aunque un país no sea rico, si se dota de una política eficaz de prevención de catástrofes puede salvar muchas vidas. En agosto de 2008, el ciclón Gustav , el más violento de los últimos cincuenta años, azotó el Caribe con vientos de 340 kilómetros por hora. En Haití mató a 66 personas. Sin embargo, en Cuba no causó ninguna víctima mortal…

¿Es Haití un país pobre? En verdad, no hay países pobres; sólo existen “países empobrecidos”. No es lo mismo. En el último tercio del siglo XVIII, Haití era la Perla de las Antillas y producía el 60% del café y el 75% del azúcar que se consumía en Europa. Pero, de su gran riqueza sólo se beneficiaban unos 50.000 colonos blancos, y no los 500.000 esclavos negros que la producían.

Invocando los nobles ideales de la Revolución Francesa, esos esclavos se sublevaron en 1791 al mando de Toussaint Louverture, el Espartaco negro. La guerra duró trece años. Napoleón envió una expedición de 43.000 veteranos. Triunfaron los insurrectos. Fue la primera guerra racial anticolonial y la única rebelión de esclavos que desembocó en un Estado soberano.

El 1 de enero de 1804, se proclamó la independencia. Sonó como un aldabonazo en el continente americano. Los esclavos negros demostraban que, por su propia lucha, sin la ayuda de nadie, podían conquistar la libertad. Afro-América emergía en la escena política internacional.

Pero el “mal ejemplo” de Haití -así lo calificó el Presidente de Estados Unidos, Thomas Jefferson- aterrorizó a las potencias que seguían practicando la esclavitud. No se le perdonó. Y nadie reconoció, ni ayudó a la nueva república negra, pesadilla del colonialismo blanco. Aún hoy, el viejo terror no ha desaparecido. Pat Robertson, telepredicador estadounidense, ¿no acaba acaso de afirmar: “Miles de hatianos han muerto en el seísmo porque los esclavos de Haití hicieron un pacto con el diablo para obtener su libertad” (3)?

El nuevo Estado independiente fue boicoteado durante decenios con la idea de “recluir la peste” en ese país. Haití cayó en guerras civiles que arrasaron su territorio. Se perdió la necesaria etapa de construcción de un Estado-nación. Institucionalmente, a pesar de la gran calidad de sus numerosos intelectuales, el país quedó estancado.

Después vino el tiempo de la ocupación por Estados Unidos que duró de 1915 a 1934. Y de la guerra de resistencia. El héroe de la rebelión, Charlemagne Péralte, fue crucificado por los marines , clavado en la puerta de una iglesia… Washington acabó por ceder Haití a nuevos dictadores, entre ellos: Papa Doc Duvalier, uno de los más despóticos.

En los años 1970, aún gozaba Haití de soberanía alimentaria, sus agricultores producían el 90% de los alimentos que consumía la población. Pero el Plan Reagan-Bush, impuesto por Washington, obligó a suprimir los aranceles sobre la importación de arroz, producto básico del cultivo local. El arroz estadounidense, más barato porque estaba subvencionado, inundó el mercado local y arruinó a miles de campesinos que emigraron en masa a la capital, donde el seísmo los ha atrapado…

La única experiencia de gobierno realmente democrático, fue la de Jean-Bertrand Aristide, dos veces Presidente (1994-1996 y 2001-2004). Pero sus propios errores y la presión de Washington lo empujaron al exilio. Desde entonces, de hecho, Haití se halla bajo tutela de la ONU y de un conglomerado de ONGs internacionales. El Gobierno de René Préval ha sido sistemáticamente privado de medios de acción. Por eso resulta absurdo reprocharle su inoperancia ante los efectos del seísmo. Hace tiempo que el sector público fue desmantelado y sus principales actividades transferidas, si eran rentables, al sector privado, o a las ONGs cuando no lo eran. Antes de convertirse en el Ground Zero del planeta, Haití ya era el primer caso de “colonialismo humanitario”. La tragedia reforzará la dependencia. Y por consiguiente las resistencias. El “capitalismo de choque”, descrito por Naomi Klein, hallará una nueva ocasión de reclamar -en nombre de la eficacia- la privatización integral de todas las actividades económicas y comerciales ligadas a la reconstrucción.

Estados Unidos está en primera línea, con sus Fuerzas Armadas desplegadas en una ofensiva humanitaria de gran envergadura. Resultado sin duda de un generoso deseo de socorrer. Pero también de indiscutibles intereses geopolíticos. Washington prefiere invadir Haití de ayuda que ver invadidas sus costas por decenas de miles de boat people haitianos. En el fondo, se trata de la misma vieja obsesión: “recluir la peste”…

Notas:
(1) Riesgo y pobreza en un clima cambiante. Invertir hoy para un mañana más seguro , Naciones Unidas, Nueva York, mayo de 2009.
(2) Informe Mundial sobre los desastres 2009 , Cruz Roja Internacional, Ginebra, julio de 2009.
(3) Christian Broadcasting Network, 14 de enero de 2010.

* Miembro del Consejo Científico de ATTAC España

Artículo publicado en Le Monde Diplomatique.
Tomado de Attac España

jueves, 4 de febrero de 2010

"La revolución fue un hecho erótico, dador de vida" Entrevista a Gioconda Belli



La escritora, ex militante del sandinismo, publicó Escándalo de miel, una desafiante antología poética que define como “un mapa de lo que ha significado para mí ser mujer, amar, luchar, creer y descreer, esperar y desesperar”.

En Los Angeles llueve a cántaros. Con esa necesidad de arrasar y lacerar todo lo que toca, el sonido de las gotas es terco e hiriente. En ese mundo acuático en el que se convierte la ciudad, un relámpago lejano astilla el cielo. El paisaje se desintegra ante los ojos de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, como si anticipara la despedida. La tormenta también se desata en su alma ahora que está empacando casa, libros y objetos varios para volver de manera permanente a Nicaragua, el país bajo su piel, volcánico, sísmico, rebelde. Mientras se acomoda a la situación de la mudanza, escribe una novela que ha dado vueltas por su cabeza durante años y que “por fin –cuenta con ese tono fraterno, amoroso– se materializó lo suficiente como para querer salir a correntadas”.

Lejos de chapotear con la nostalgia, Belli acaba de publicar el bello y desafiante Escándalo de miel (Seix Barral), su antología poética personal, que incluye un CD en el que lee varios de sus mejores poemas con una vibración intermitente de gracia y seducción. Cuando el rayo de la poesía la atravesó en 1970 y escribió versos como “el hombre que me ame reconocerá mi rostro en la trinchera/rodilla en tierra me amará mientras los dos disparamos juntos/contra el enemigo”, o “hasta que entres en mí/con la fuerza de la marea y me invadas con tu ir y venir/ de mar furioso/ y quedemos los dos tendidos y sudados/ desnudos en la arena de las sábanas”, la sociedad nicaragüense de entonces, horrorizada porque una mujer se atrevía a hablar de “vientres y humedades”, la acusaba de celebrar en exceso los misterios del cuerpo, el sexo y el erotismo, el goce íntimo.

También por esos años ’70 un arañazo en la conciencia, la dictadura de Somoza, la llevó a involucrarse, al principio como colaboradora clandestina, con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Perseguida por los servicios de Inteligencia, se exilió en México, Costa Rica y Cuba. Regresó a su país con el triunfo de la Revolución Sandinista, en julio del ’79. Empezaría, entonces, una etapa de gestión en importantes cargos políticos hasta que en 1994, cuatro años después de la derrota electoral, se alejó del FSLN. En un poema de tono zumbón en el que declara que “no tiene las piernas de la Cindy Crawford”, admite que su cara, por costumbre, ha terminado por gustarle; que su boca es respetable, “después de todo sensual”, y que el conjunto se salva con la ayuda de ese pelo frondoso. Habría que agregar que preserva una chispa de jovencita indomable en sus ojos, siempre expectantes y atentos a la respiración del mundo. “Si El país bajo mi piel, que publiqué en 2001, es un libro de memorias, esta antología, mi Escándalo de miel –lindo el título, ¿no?, me saltó de pronto mientras releía a Vallejo–, es como otra versión de mis memorias, sólo que aquí lo que habla no son los hechos externos, sino la geografía interna; es un libro como un mapa: un mapa de lo que ha significado para mí ser mujer, amar, luchar, creer y descreer, esperar y desesperar. Todo eso dicho a través de la poesía, a través de los poemas míos que más me gustan, donde pienso que logré expresarme mejor”, dice Belli a Página/12. “Me encantó la posibilidad de leer la poesía, de compartir esa oralidad que es una tradición en la poesía nicaragüense, porque en Nicaragua aprendemos a leer poesía en voz alta; por eso incluí el CD en el libro, para permitir que los lectores escuchen el énfasis, el sentimiento con que yo escribí esos poemas. Hay que escuchar el CD para ‘relamer’ la poesía que está en el libro”, invita la poeta.

–¿De qué manera fue “evolucionado” el tiempo de la escritura poética? Se puede pensar que una novela le demanda “mayor” tiempo y esfuerzo, y sin embargo, da la impresión de que usted deja los versos en reposo y vuelve sobre ellos hasta que quedan plenamente esculpidos.

–Mirá, la novela se construye sobre una realidad exterior. Algo sucede. Se cuenta una historia. Uno tiene que ser malabarista y mantener todo ese mundo en la mente, los paisajes, los personajes. La poesía, en cambio, es una mirada al paisaje interior y tiene que dejarse ser. Yo dejo que el sentimiento salga a flote y después trato de eliminar todo aquello que no ayuda a que el poema quede redondo, a que viva como una célula dentro de su propia membrana. Lo difícil es lograr que, en el proceso, la espontaneidad no se pierda. Y a veces eso implica que hay que dejar que el poema sea. Yo soy poeta, no académica. Y lo que me interesa no es la perfección, sino la poesía. Por eso no sobretrabajo los poemas y creo que por eso son poemas accesibles, que cualquiera puede entender y gozar.

Esos poemas “escandalosos” se presentan en la antología agrupados en tres secciones: “Eros”, “Hembrosía” y “Polis”. “Siempre las divisiones son un poco arbitrarias, sobre todo cuando se trata de poesía –aclara la escritora–. Pero quise que el libro reflejara mi propio proceso: el eros como detonante del conocimiento; luego la hembrosía, como la toma de conciencia de ser mujer y desde esa conciencia y esa afirmación, la conciencia colectiva, universal, eso de sentirme ser social, habitante de un mundo injusto donde hay muchas luchas que dar. Pienso que uno tiene la obligación de saber quién es en el mundo, para desde allí tomar la responsabilidad de estar en el mundo. Uno tiene que luchar por valorarse, por sentirse plena de ser lo que es. No se puede construir la felicidad de los demás si uno no es feliz. Por eso el libro va recorriendo todas esas fases, desde el amor hasta el nacimiento de mis hijos, desde el exilio hasta el triunfo de la revolución, pasando por todas las reflexiones que ha significado vivir en el tiempo, sentir que el tiempo nos cambia y que, a veces también, nos amenaza, porque al final sabemos que se nos va a terminar.”

–En una entrevista dijo que se hizo famosa, entre comillas, cuando a los veinte años escribió una poesía erótica, sensual, que causó un enorme escándalo. ¿A qué se le teme cuando una mujer escribe, por ejemplo, “el Big Bang fue el orgasmo primigenio” o “hasta que mi sexo explotó como granada”, por mencionar algunos versos?

–Es casi increíble que, a estas alturas, todavía siga siendo noticia que una mujer escriba poesía erótica. Las cartas a Nora Barnacle de James Joyce son no sólo eróticas, sino pornográficas, escatológicas, pero nadie le ensarta a él un rotulito por eso. Yo, en cambio, ando con mi rotulito a cuestas. No me importa. A mucha honra lo cargo porque además creo que el erotismo femenino es integrador, no separa el alma del cuerpo, y creo además que es el eje del poder de la mujer, el núcleo creador de vida. La sexualidad, la sensualidad son hermosísimas y las mujeres las vivimos desde un cuerpo que constantemente nos recuerda que somos seres físicos, no sólo espirituales. Y eso se nos ha tratado de negar. Se nos ha tratado de culpabilizar por nuestra belleza, por nuestro erotismo. Nosotras somos el Big Bang humano y por eso, como a la bomba atómica, nos temen y nos tratan de mantener sojuzgadas. Pero el eros femenino es esencial para la vida. Yo espero que algún día la humanidad descubra que las mujeres podemos iluminar el mundo con esa energía atómica que tenemos, porque la vamos a usar bien; pero se han pasado tanto tiempo temiéndonos y reprimiéndonos que hasta nosotras mismas a menudo nos tragamos esa historia de que nuestra sexualidad es peligrosa. Y nos queremos “pasar en limpio”, negar lo que somos. En mi poesía yo celebro el cuerpo femenino, todo el placer, el dolor y la maravilla de lo que es capaz.

–Parafraseando unos versos suyos, ¿aún le siguen diciendo “cállate, no hables más de vientres y humedades... ya pronto tendrás nietos”?

–No. Ya nadie me dice eso (risas). Creo que ahora esperan de mí que hable, lo cual demuestra que aún los prejuicios más enraizados, sobre todo cuando están enraizados en mojigaterías y falsos remilgos, pueden cambiar. Hay un efecto liberador, me parece, cuando uno es capaz de iluminar con belleza lo que tan frecuentemente se vela con cursilería o se ensucia con vulgaridad. Contra quienes nos quieren hacer sentirnos culpables, yo opongo otra visión: la visión de la mujer que sabe que ser mujer es un privilegio, no una desventaja. Eso es lo que quiere celebrar este libro. Hombres y mujeres necesitamos vernos sin miedo, disfrutando la diferencia.

–Casi al mismo tiempo que empezó a escribir poesía, se integró al Frente Sandinista. ¿Cómo se alimentaron estas experiencias? ¿Qué entregaba o aportaba la poeta a la militancia, y de qué modo la lucha política se metía en los versos?

–La lucha contra la dictadura somocista fue heroica, épica. La revolución fue un hecho erótico, dador de vida. Para mí Nicaragua ha sido un amor pasional y mi país me habla con volcanes, me abraza con árboles, me riega con aguaceros. Escribirle poesía a mi país, a mi gente, a la valentía y el genio con que se luchó y se sigue luchando, me sale de lo más profundo. Creo que tiene que ver con esa necesidad de integrar. No sé por qué tenemos esa manía de separar el alma del cuerpo, el amor del hombre del amor a la patria, la vida de la política. Vivir es para mí poder experimentar eso como un todo.

–¿Qué es Nicaragua para usted? ¿Le sigue doliendo tanto su país, como dice en uno de los poemas?

–Ay, qué puedo decirte. Nicaragua es mi hombre con nombre de mujer; es el país bajo mi piel, es mi íntima multitud... me he pasado queriendo decir lo que es en tantos poemas y prosas... es como mi centro. Cuando voy volando hacia Nicaragua y desde la ventanilla del avión reconozco el paisaje, siento que el alma me vuelve al cuerpo. Claro que me duele; me duele lo poco que hemos avanzado tras tanto esfuerzo. Me duele que sea, como dice una amiga, el país de Sísifo, ese que castigaron los dioses haciendo que empujara una roca hacia la cima de una montaña sólo para que al llegar a la meta, la roca rodara montaña abajo y hubiera que volver a empezar de nuevo. Me duele la pobreza material de una gente que, por otro lado, humanamente, es tan inmensamente rica. Por eso también me consuela Nicaragua, porque, a pesar de todo, es un país nutritivo, lleno de risa, de ganas de vivir.

–Si su tránsito ha sido de la euforia al desencanto, ¿puede conjurarlo con la escritura? ¿Alcanza con escribir o necesita también otro tipo de “compromiso”?

–Mi desencanto es natural, pienso; pero no es desencanto con el país, sino con la mezquindad de su clase política. Escribir me ayuda porque me permite imaginar soluciones, posibilidades, aportar en la medida de mis posibilidades a la conversación colectiva, a la búsqueda de otras maneras de encontrar el camino que parece perdido. El compromiso sigue siendo necesario, es siempre urgente en América latina, y cada quien tiene que encontrar su manera de vivirlo en esta nueva situación, donde afortunadamente ya no sólo se requiere agarrar un fusil para comprometerse.

–A propósito de un verso-pregunta del poema “Del verbo estar”: “¿Es que acaso la sabiduría del tiempo consiste en ver el revés de la luz?”, ¿qué ve hoy Gioconda Belli en el revés de su poesía?

–Me refería a que con el tiempo uno aprende a ver no sólo el deslumbre de la idea de la utopía, sino a entender lo difícil que es mantener la consecuencia en la vida cotidiana. Uno aprende a entender que el bien y el mal conviven dentro de nosotros mismos. Lo que pasa ahora en mi poesía es que no tengo miedo a enfrentar ese lado oscuro que es inherente a la especie a la que pertenecemos. No tengo miedo ya de nombrar lo terrible tanto de la izquierda como de la derecha, porque pensar bien no siempre conduce a actuar bien y en nombre de la revolución y los ideales más hermosos también se han cometido atrocidades e injusticias.

–¿Por qué hacia el final del libro parece ganar el escepticismo en el poema “Plagas en el siglo XXI”, en el que plantea que ya nada da asco, que el asco es un valor obsoleto, que “ya no hay quien ande como Sócrates haciendo preguntas impertinentes en el mercado”?

–Bueno, porque es triste reconocer esa suerte de corteza que se va creando en la conciencia a partir de la indiferencia. Eso que dije no surgió del escepticismo sino de un momento de profunda tristeza al ver situaciones como la de Irak, por ejemplo. Tanta gente ha muerto allí pero uno sigue su vida como si nada. Hay esas situaciones, pero también hay otras como esta respuesta ante el terremoto de Haití, donde la gente se ha volcado para solidarizarse, para dar dinero, ayuda. Como poeta yo reacciono ante estas desgracias, a veces desconcertada, a veces con esperanza.

–Es curioso que en ese poema se diga que quizá ya no valga la pena preguntarse, cuando en esa zona de su poesía, en “Polis”, abundan los poemas con preguntas...

–A veces me miento a mí misma (risas). Claro que vale la pena hacer preguntas... Mi poesía se pregunta muchas cosas porque intenta dialogar con el lector, involucrarlo.

–En el título de esta antología poética personal hay un tributo a César Vallejo. ¿Qué significó esa poesía en su vida? ¿Con qué otros poetas dialoga en este libro?

–Vallejo es un poeta difícil. No todo lo suyo me afecta de la misma manera. Tiene poemas muy oscuros, casi impenetrables; pero otros son como relámpagos; uno los lee y se le ilumina el cielo. No te hago la lista de todos los poetas con que dialogo porque no nos alcanzarían las páginas del diario (risas).
Entrevista de Silvina Friera
Fuente: Página 12

miércoles, 3 de febrero de 2010

"Todos estamos conectados"



La belleza de lo vivo no está en los átomos que hay dentro
sino en la forma en que esos átomos se ordenan.
El Cosmos está también en nuestro interior
estamos hechos de materia de estrella
Todos estamos conectados
unos a otros, biológicamente
a la Tierra, químicamente
al resto del Universo, atómicamente”
The Symphony of Science


“We are all conected” (Todos estamos conectados) es un vídeo creado por The Symphony of Science, un proyecto musical dirigido por John Boswell que trata de mostrar conocimientos científicos y filosofía en formato musical, con imágenes del astrónomo Carl Sagan, el físico Richard Feynman, el astrofísico Neil deGrasse Tyson y el divulgador científico Bill Nye.

La unidad esencial entre todas las personas y entre estas con Todo es una de las asignaturas pendientes de la Humanidad y, seguramente, la clave para cambiar el nivel de conciencia, porque cuando asumimos e interiorizamos que todos estamos interrelacionados, las falsas diferencias no nos afectan y nuestras acciones cambian.

Y esta es la letra en español:

Todos estamos conectados
unos a otros, biológicamente
a la Tierra, químicamente
al resto del Universo, atómicamente

Pienso que la imaginación de la Naturaleza
es muchísimo mayor que la del hombre
ella nunca nos dejará relajarnos.

Vivimos en un universo medio
donde todas las cosas cambian
pero según patrones, reglas
o, como las llamamos… leyes de la Naturaleza.

Soy este tío, de pié en un planeta
realmente solo soy una mota de polvo
pensad en todo esto
pensad en el enorme vacío del espacio
billones y billones de estrellas
billones y billones de motas de polvo.

La belleza de lo vivo no está en los átomos que hay dentro
sino en la forma en que esos átomos se ordenan
el Cosmos está también en nuestro interior
estamos hechos de materia de estrella

Somos la forma en la que el Cosmos se conoce a sí mismo
a través de los mares del espacio,
las estrellas son otros soles
ya hemos hecho este camino antes
y queda mucho por aprender.

Todos estamos conectados
unos a otros, biológicamente
a la Tierra, químicamente
al resto del Universo, atómicamente.

Creo que es emocionante y estimulante
descubrir que vivimos en el Universo
que permite la evolución de máquinas moleculares
tan complejas y sutiles como nosotros

Sé que las moléculas de mi cuerpo
las encontramos en los fenómenos del Cosmos
esto me da ganas de coger a la gente en la calle
y decirles… ¿LO HAS OIDO?

Ahí esta ese tremendo lío
como la luz que rebota por toda la habitación
y una cosa lleva a la otra

Y todo eso está de verdad ahí
te paras y piensas en ello
acerca de la complejidad
y te reconforta

Y está todo de verdad ahí
la inconcebible Naturaleza
de la Naturaleza

Sitio oficial: The Symphony of Science

Artículo tomado de El Blog Alternativo

lunes, 1 de febrero de 2010

Viejos rencores, por Juan Gelman



No hay palabras para abarcar la espantosa tragedia que vive el pueblo haitiano. Algunos predicadores evangelistas estadounidenses creen que sí. El muy radiotelevisivo Pat Robertson es uno de ellos. Atribuyó la catástrofe “a algo que sucedió en Haití hace mucho tiempo, de lo que la gente tal vez no quiere hablar”: “un pacto con el diablo” (//edition.com.cnn, 13-1-10). Impertérrito, Paterson recordó que bajo la férula francesa “ya saben, Napoleón III y demás, los haitianos se reunieron y cerraron un pacto con el Diablo. Dijeron: ‘Te serviremos si nos liberas de los franceses’. Pasó de verdad. Y el Diablo dijo ‘OK, trato hecho’”. No es fácil pensar al Diablo diciendo OK y el predicador se equivocó de Napoleón. En fin, lo imaginativo no quita lo ignorante.

El pastor baptista de la parroquia Buena Park, Wiley Drake, que el año pasado aconsejó rezar por la muerte de Barack Obama, acompañó los dichos de Paterson aunque con más cautela. No sabía si Dios trajo ese terremoto o no, pero aseveró que “las desgracias del país, su extrema pobreza, la turbulencia política constante y la frecuencia de los desastres naturales podrían ser la consecuencia del pacto con Satán” (//totalbuz zofreedomblogging.com, 18-1-10). Hubo pacto, entonces. Los esclavos de Haití comenzaron su rebelión contra el dominio francés en 1791 alentados por el grito de “Libertad, Igualdad, Fraternidad” y por los vientos que llegaban del Norte con la revolución de las colonias británicas. De estas paradojas se alimenta la Historia.

Napoleón, el primero, el único, intentó aplastar un alzamiento provocado por la explotación extrema de miles de aborígenes africanos que, sometidos a un régimen brutal y obligados a servir tres años en una milicia dedicada a ejecutar a los prófugos, producían hacia el 1700 casi la mitad del café y del azúcar que consumía Occidente. Eran mano de obra esclava hasta el fin de sus días. Desde 1787 llegaban cada año más de 40.000 oriundos del Africa subsahariana y maduró la rebelión a un costo humano no calculado todavía.

El emperador fue derrotado dos veces por las tropas rebeldes comandadas por el general autodidacto Toussaint Louverture y la rebelión culminó en 1804 con la Declaración de la Independencia de Haití, la segunda en el continente americano y la primera en la Historia de esclavos que abolieron la esclavitud. Las afirmaciones de Paterson y Drake parecen un remedo tragicómico de las relaciones entre Napoleón y Thomas Jefferson, el tercer presidente de EE.UU.

La rebelión negra en Haití despertó las simpatías del American Federalist Party y de uno de sus principales arquitectos, Alexander Hamilton. Pero no todos los Padres Fundadores acompañaban ese sentimiento: Thomas Jefferson era dueño de tierras cultivadas por 180 esclavos, de las que nació su poder económico y político, y temía que cundiera el ejemplo haitiano. Apenas asumió la presidencia en 1801 fue secretamente sondeado por emisarios de Napoleón, quienes le pidieron que avituallara a las tropas francesas que navegaban hacia Santo Domingo para aplastar la rebelión negra.

Jefferson tenía el mismo deseo y abasteció a la flota del emperador y a sus hombres, aunque se mantuvo neutral porque tuvo indicios de que el plan de Napoleón no terminaba allí: pretendía establecer una prolongación del imperio francés en territorio estadounidense con centro en Nueva Orleans y colonizar la vasta región al oeste del Mississippi en su poder. Los reveses napoleónicos terminaron con el proyecto: Francia se retiró de Haití y vendió a EE.UU. Nueva Orleans y la Luisiana. Jefferson nunca reconoció un hecho que el catedrático John Chester Miller, de la Universidad de Stanford, subraya: “Con su larga y dura lucha, los negros de Santo Domingo coadyuvaron a que EE.UU. pudiera duplicar con creces su superficie” (The Wolf by the Ears: Thomas Jefferson and Slavery, University of Virginia Press, 1991).

El presidente Obama, al anunciar el envío de asistencia realmente masiva a Haití, incluidos 100 millones de dólares y 10.000 efectivos para garantizar la seguridad, señaló “una larga historia vincula a nuestros dos países”. No precisó en qué consistía: más que estar con Haití, EE.UU. estuvo en Haití, la ocupó militarmente de 1915 a 1934 agravando su miseria. También se ocupó de Haití. En el 2004, el presidente haitiano Jean-Baptiste Aristide fue derrocado por paramilitares que ingresaron a Haití desde Santo Domingo. Una docena de sus jefes habían sido entrenados durante años por las Fuerzas Especiales estadounidenses basadas en Ecuador (www.nydailynews, 24-2-04). Y luego: un alto funcionario de la embajada de EE.UU. visitó a Aristide para asegurarle que lo iban a matar, que era mejor que se fuera “para evitar un derramamiento de sangre”, al mismo tiempo que la Casa Blanca emitía una declaración culpándolo de contribuir “a la honda polarización y a la violencia imperantes” porque “no había observado los principios democráticos” (www.america.gov, 28-2-09). Al día siguiente, el mandatario depuesto abandonaba Port-au-Prince escoltado por militares norteamericanos. Parece que Aristide, ex sacerdote católico, no había pactado con el Diablo.

Fuente: Contratapa de Página 12, 21/01/2010

domingo, 31 de enero de 2010

Elogio de la metamorfosis, por Edgar Morin



Cuando un sistema es incapaz de resolver sus problemas vitales por sí mismo, se degrada, se desintegra, a no ser que esté en condiciones de originar un metasistema capaz de hacerlo y, entonces, se metamorfosea. El sistema Tierra es incapaz de organizarse para tratar sus problemas vitales: el peligro nuclear, agravado por la diseminación y, tal vez, privatización del arma atómica; la degradación de la biosfera; una economía mundial carente de verdadera regulación; el retorno de las hambrunas; los conflictos étnico-político-religiosos que tienden a degenerar en guerras de civilización... La ampliación y aceleración de todos esos procesos pueden considerarse el desencadenante de un formidable feed-back negativo, capaz de desintegrar irremediablemente un sistema.



Lo probable es la desintegración. Lo improbable, aunque posible, la metamorfosis. ¿Qué es una metamorfosis? El reino animal aporta ejemplos. La oruga que se encierra en una crisálida comienza así un proceso de autodestrucción y autorreconstrucción al mismo tiempo, adopta la organización y la forma de la mariposa, distinta a la de la oruga, pero sigue siendo ella misma. El nacimiento de la vida puede concebirse como la metamorfosis de una organización físico-química que, alcanzado un punto de saturación, crea una metaorganización viviente, la cual, aun con los mismos constituyentes físico-químicos, produce cualidades nuevas.

La formación de las sociedades históricas, en Oriente Medio, India, China, México o Perú, constituye una metamorfosis a partir de un conglomerado de sociedades arcaicas de cazadores-recolectores que produjo las ciudades, el Estado, las clases sociales, la especialización del trabajo, las religiones, la arquitectura, las artes, la literatura, la filosofía... Y también cosas mucho peores, como la guerra y la esclavitud.

A partir del siglo XXI, se plantea el problema de la metamorfosis de las sociedades históricas en una sociedad-mundo de un tipo nuevo, que englobaría a los Estados-nación sin suprimirlos. Pues la continuación de la historia, es decir, de las guerras, por unos Estados con armas de destrucción masiva conduce a la cuasi-destrucción de la humanidad.

La idea de metamorfosis, más rica que la de revolución, contiene la radicalidad transformadora de ésta, pero vinculada a la conservación (de la vida o de la herencia de las culturas). ¿Cómo cambiar de vía para ir hacia la metamorfosis? Aunque parece posible corregir ciertos males, es imposible frenar la oleada técnico-científico-económico-civilizatoria que conduce al planeta al desastre. Y sin embargo, la historia humana ha cambiado de vía a menudo. Todo comienza siempre con una innovación, un nuevo mensaje rupturista, marginal, modesto, a menudo invisible para sus contemporáneos. Así comenzaron las grandes religiones: budismo, cristianismo, islam. El capitalismo se desarrolló parasitando a las sociedades feudales para alzar el vuelo y desintegrarlas.

La ciencia moderna se formó a partir de algunas mentes rupturistas dispersas, como Galileo, Bacon o Descartes; luego, creó sus redes y sus asociaciones; en el siglo XIX, se introdujo en las universidades y, en el XX, en las economías de los Estados, para convertirse en uno de los cuatro poderosos motores del bajel espacial llamado Tierra. El socialismo nació en algunas mentes autodidactas y marginalizadas del siglo XIX, para convertirse en una formidable fuerza histórica en el XX. Hoy, hay que volver a pensarlo todo. Hay que comenzar de nuevo.

De hecho, todo ha recomenzado, pero sin que nos hayamos dado cuenta. Estamos en los comienzos, modestos, invisibles, marginales, dispersos. Pues ya existe, en todos los continentes, una efervescencia creativa, una multitud de iniciativas locales en el sentido de la regeneración económica, social, política, cognitiva, educativa, étnica, o de la reforma de vida.

Estas iniciativas no se conocen unas a otras; ninguna Administración las enumera, ningún partido se da por enterado. Pero son el vivero del futuro. Se trata de reconocerlas, de censarlas, de compararlas, de catalogarlas y de conjugarlas en una pluralidad de caminos reformadores. Son estas vías múltiples las que, al desarrollarse conjuntamente, se conjugarán para formar la vía nueva que podría conducirnos hacia la todavía invisible e inconcebible metamorfosis. Para elaborar las vías que confluirán en la Vía, tenemos que deshacernos de las alternativas reductoras a las que nos obliga el mundo de conocimiento y pensamiento hegemónico. Así es necesario, al mismo tiempo, mundializar y desmundializar, crecer y decrecer, desplegar y replegar.

La orientación mundialización-desmundialización significa que, si bien hay que multiplicar los procesos de comunicación y "planetarización" culturales, si bien necesitamos que se constituya una conciencia de "Tierra-patria", también hay que promover, de manera desmundializadora, la alimentación de proximidad, los artesanos de proximidad, los comercios de proximidad, las huertas periurbanas, las comunidades locales y regionales.

La orientación crecimiento-decrecimiento significa que hay que potenciar los servicios, las energías verdes, los transportes públicos, la economía plural -y por tanto la economía social y solidaria-, las disposiciones para la humanización de las megalópolis, las agriculturas y ganaderías biológicas, y reducir los excesos consumistas, la comida industrializada, la producción de objetos desechables y no reparables, el tráfico de automóviles y de camiones en beneficio del ferrocarril.

La orientación despliegue-repliegue significa que el objetivo ya no es fundamentalmente el desarrollo de los bienes materiales, la eficacia, la rentabilidad y lo calculable, sino el retorno de cada uno a sus necesidades interiores, el gran regreso a la vida interior y a la primacía de la comprensión del prójimo, el amor y la amistad.

Ya no basta con denunciar, hace falta enunciar. No basta con recordar la urgencia, hay que comenzar a definir las vías que conducen a la Vía. ¿Hay razones para la esperanza? Podemos formular cinco:

1. El surgimiento de lo improbable. La victoriosa resistencia, en dos ocasiones, de la pequeña Atenas frente al poderío persa era altamente improbable, pero permitió el nacimiento de la democracia y la filosofía. También fue inesperado el frenazo de la ofensiva alemana ante Moscú, en el otoño de 1941, e improbable la contraofensiva victoriosa de Zhúkov, iniciada el 5 de diciembre, que vendría seguida, el 8, por el ataque de Pearl Harbour y la entrada de Estados Unidos en la guerra.

2. Las virtudes generadoras-creadoras inherentes a la humanidad. Al igual que en todo organismo humano adulto existen células madre dotadas de aptitudes polivalentes (totipotentes) propias de las células embrionarias, pero desactivadas, en todo ser humano, y en toda sociedad humana, existen virtudes regeneradoras, generadoras y creadoras durmientes o inhibidas.

3. Las virtudes de la crisis. Al tiempo que las fuerzas regresivas o desintegradoras, las generadoras y creadoras despiertan en la crisis planetaria de la humanidad.

4. Las virtudes del peligro. "Allá donde crece el peligro, crece también lo que nos salva". La dicha suprema es inseparable del riesgo supremo.

5. La aspiración multimilenaria de la humanidad hacia la armonía (paraíso, luego utopías, después ideologías libertaria/socialista/comunista, más tarde aspiraciones y revueltas juveniles de los años sesenta). Esta aspiración renace en el hervidero de iniciativas múltiples y dispersas que podrán alimentar las vías reformadoras destinadas a confluir en la vía nueva.



Las viejas generaciones están desengañadas de tantas falsas esperanzas. A las jóvenes les entristece que no haya una causa común como la de nuestra resistencia durante la II Guerra Mundial. Pero nuestra causa llevaba en sí misma su contrario. Como decía Vassili Grossman de Estalingrado, la mayor victoria de la humanidad fue también su mayor derrota, puesto que el totalismo estalinista salió victorioso de ella. Hoy, la causa es inequívoca, sublime: se trata de salvar a la humanidad.

La verdadera esperanza sabe que no es certeza. Es una esperanza no en el mejor de los mundos, sino en un mundo mejor. "El origen está delante de nosotros", decía Heidegger. La metamorfosis sería, efectivamente, un nuevo origen.

Edgar Morin es sociólogo y filósofo francés.
Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

Fuente La Tribuna de El País de Madrid, 17/01/2010