Entrevista de Silvina Friera a la escritora Nicaragüense Gioconda Belli en Página 12Imagen: Pablo Piovano
Las generosas proporciones de Gioconda Belli conquistan admiradores silenciosos en el lobby del hotel. Los ojos tildados de ese puñado de hombres no pueden evitar –ni se esfuerzan por disimular– el efecto hipnótico que genera ese físico voluptuoso. Tal vez no sepan que esa mujer de pelo volcánico y boca sensual espantó a la sociedad nicaragüense de los años ’70, que la acusó de celebrar en exceso los misterios del cuerpo, el sexo, el erotismo y el goce íntimo, cuando se atrevió a hablar de “vientres y humedades” en sus primeros poemas. Quizá tampoco sepan que fue guerrillera en tiempos en que había que luchar contra la dictadura de Anastasio Somoza; que fue madre y tuvo a tres de sus cuatro hijos en medio de la revolución sandinista, de la que fue una de las máximas protagonistas. La escritora pide una botella de vino tinto y responde un imperioso mensaje de texto que le llega desde Lima, Perú. No importa que recién sean las 6 de la tarde. Necesita un poco de alcohol para transitar el final de una gira que la tiene viajando por toda América latina con El país de las mujeres (editada por Norma y ganadora del Premio La Otra Orilla 2010), novela en la que postula, con alta dosis de humor, cómo sería llevar a la práctica un gobierno sin varones en un país imaginario, Faguas, al que recurrió para explorar la realidad a la que se enfrentan las mujeres, tanto en Latinoamérica como en otras regiones del mundo. “Me quieren poner una entrevista muy temprano; pero a las 7 de la mañana no sé quién soy”, se excusa Belli.
“Prometemos limpiar este país, barrerlo, lampacearlo, sacudirlo y lavarle el lodo hasta que brille en todo su esplendor. Prometemos dejarlo reluciente y oloroso a ropa planchada”, se lee en el Manifiesto del Partido de la Izquierda Erótica (PIE), movimiento quizá más libertario que feminista, cuyo llamativo emblema está representado por dos pies con las uñas pintadas de rojo. La protagonista de El país de las mujeres, Viviana Sansón, ha sido elegida presidenta apoyada por el PIE, un partido que existió en Nicaragua y que ahora Belli está impulsando a través de una página web:
www.partidoizquierdaerotica.com. “Las eróticas”, como las llaman peyorativamente a la presidenta y al grupo de mujeres que la acompañan, deciden tomar una medida “revolucionaria” en Faguas, espacio imaginario que aparece en la primera novela de Belli, La mujer habitada: envían a todos los funcionarios hombres del gobierno a sus casas por seis meses para que se entrenen en las tareas del hogar. La presidenta quiere revertir la idiosincrasia de ese país que tiene la mentalidad de “una mujer dependiente y abusada”. En pocos meses la presidenta trastrueca las costumbres y convierte al Estado en un ejecutor de políticas que algunos consideran “disparatadas”, como que el agua llegue gratis a los barrios, para que se mantengan limpios; la inauguración de la carrera de Maternidad en la universidad y en escuelas secundarias (para hombres y mujeres); la alfabetización obligatoria para las mujeres analfabetas del campo y la ciudad; y los talleres de “respeto y poder” para las parejas víctimas de la violencia doméstica, entre otras medidas.