El blog de MATEÍNA

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lunes, 2 de agosto de 2010

Hogares de mayores ingresos ganan 17 veces más

por Andrés Pampillón


Finalizando la 1ª década del siglo XXI, nuestro país ha logrado, lentamente, superar algunas de las restricciones estructurales que habían signado el paupérrimo derrotero económico de las últimas décadas del siglo anterior.

El férreo estancamiento, la históricamente escasa captación de inversiones, una cultura política y empresarial caracterizada por el amiguismo y el uso clientelar de los aparatos del Estado, fueron las constantes que devaluaron el tenor de nuestra democracia, erosionaron nuestra autoestima colectiva y abonaron la proliferación de esa plaga nacional llamada viveza criolla.

Al fin de esta década puede observarse, en perspectiva, como aquella crisis del 2002 supuso un punto de inflexión para muchas cosas. Los uruguayos, parece que, aprendimos de muy dura manera algunas lecciones. Esta subjetiva apreciación, se ampara sin embargo en hechos incontrastables de la realidad económica de los últimos años. Tasas de crecimiento nunca vistas, flujo de inversiones nunca siquiera soñadas, creciente diversificación de nuestros mercados de exportación. Tasas históricamente bajas de desempleo, mejoras reales en los ingresos, mayor justicia tributaria. Todas medidas de política cuyos beneficios son palpables caminando por calle, o incluso a través de los siempre agridulces datos sobre la pobreza. Los últimos muestran un sano proceso de reversión de los indicadores de pobreza e indigencia. A tal punto que en los últimos 4 años, 400 mil uruguayos lograron saltar la línea de la pobreza. Al mismo tiempo otros 40 mil salieron de la indigencia. En esta materia aún quedan 690 mil uruguayos en la pobreza. Uno de cada cinco de los que habitamos estas sureñas penillanuras. Y 50 mil compatriotas en la indigencia. Esto es con severas restricciones para acceder a las calorías diarias para su sustento. Peor aún, la concentración de estos flagelos sociales en edades tempranas de la vida, dan cuenta de que los mecanismos de reproducción de la pobreza y los peores males que trae consigo aún mantienen sus poleas de transmisión bien aceitadas.

Convidado de piedra
Años de crecimiento acelerado y sostenido han vuelto a traer al tapete un concepto que, en los noventa, bajo hegemonía ideológica del fundamentalismo de mercado había sido dado por extinto: la desigualdad, o para enunciarlo del lado positivo la equidad social. Los datos del INE muestran, según el indicador, leves mejoras (índice Gini) e incluso retrocesos ( ingresos por decil).

El informe del INE, muestran que entre 2006 y la desigualdad en el ingreso medida por el Indice Gini se redujo de 0,446 a 0,432. No obstante de 2008 a 2009 la desigualdad de ingresos se incremento pasando de 0,424 a 0432 antes mencionado.

Según deciles
Otra forma de observar la desigualdad es por deciles. Según este método el ingreso medio del primer y décimo decil se destaca un crecimiento para el primer y último decil entre 2008 y 2009, tanto a nivel país como para todas las áreas geográficas. El mayor incremento se registra para el décimo decil, con un aumento superior al 10 % para el total del país, lo que permite deducir un aumento de la desigualdad entre los hogares. En 2009 y para el total del país, los hogares del décimo decil ganan casi 17 veces más que los hogares del primer decil.

Lo que parece lo es
Estas diferencias que parecen mucho, lo son. Para su confirmación solo basta remitirse al último informe del PNUD , que vuelve a otorgarle a nuestra América Latina el triste privilegio de ser el lugar del mundo mas desigual. Como atenuante del ser oriental, podríamos consolarnos con decir que dentro de este indignante panorama, somos los que estamos menos peor. Pero ,17 veces, sigue siendo demasiado.

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