Entrevista a Mónica Garaycoechea, entrenadora de la feminidad
Tengo 54 años, ¡me encanta mi edad! Nací en Madrid y vivo en Florida. Soy médico. Tengo un hijo. Estaba casada, triunfadora, hogar perfecto..., e insatisfecha. Hoy, reconciliada con mi feminidad, soy feliz. ¿Política? Evolución personal. ¿Dios? Yo prefiero descubrir a creer.
¿Estoy ante una diosa?
En el interior de cada mujer palpita una diosa... pero olvidada. Por suerte, toda mujer puede rescatar a su diosa.
¿Lo ha hecho usted?
Estoy haciéndolo..., ¡y nunca como ahora me había sentido tan dichosa como mujer, tan a gusto en mi feminidad!
¿Qué le pasaba antes, Mónica? Antes yo me avergonzaba de mi feminidad. Me incomodaban mis caderas, mi talle, mis pechos, mis curvas, mi útero, mis menstruaciones, mi sensualidad... Sentía antipático, ridículo y odioso lo propio de la feminidad.
¿Por qué cree que le pasaba eso?
Porque el pensamiento hegemónico –patriarcal– nos empapa a todos: lo femenino, pues, ha sido percibido como extraño, oscuro, inquietante y, por tanto, amenazante. ¡Y las propias mujeres nos hemos sentido violentas con nuestra natural feminidad!