Se trata de rescatar el sentido originario de la economía como la actividad destinada a garantizar la base material de la vida personal, social y espiritual. Ella no puede ocupar todos los espacios como ha ocurrido en los últimos decenios. La sociedad mundial se volvió una sociedad de mercado y todas las cosas, desde el sexo a la Santísima Trinidad se volvieron mercancías con las cuales ganar dinero. La economía forma parte de un todo mayor.
Para facilitar la comprensión, distingo tres espacios de la actividad humana, uno de los cuales es ocupado por la economía. En primer lugar, somos seres de necesidad: necesitamos comer, beber, tener salud, habitar, y otros servicios. En estos asuntos, todos dependemos unos de otros para atender a esa infraestructura. Es el campo de la economía. En segundo lugar, somos seres de relación: colaboramos con los otros, instauramos derechos y deberes, observamos leyes y juntos construimos el bien común. Es el lugar de la política. Por último, somos seres de creación: cada persona posee habilidades, no sólo reproduce lo que esta ahí sino que crea, ejerce su libertad y hace que la sociedad avance. Es el ámbito de la cultura. Todas se entrelazan, aunque haya conflictos que no invalidan esta estructura básica.